publicado a la(s) 06/10/2012 14:13 por Semanario Voces
Cuando siento hablar a los políticos de hacer
plebiscitos me gana algo parecido a la indignación. Y no es sólo porque somos
un país pobre, ni porque ese mecanismo está en descrédito desde que nuestro
parlamento borró de un plumazo dos pronunciamientos populares sobre la ley de
caducidad, con una temeridad que no hemos visto utilizar ni a la dictadura
militar. Me indigna pensar que nuestros legisladores no se animan a hacer su
tarea. Máxime en un caso en el que “saben” claramente que las encuestas los
apoyan. ¿Qué más necesitan? Si se hace el plebiscito es claro que se aprueba la
ley. ¿Para que diferir esta decisión gastando tiempo y dinero ajeno?
Vivimos en un universo en donde los seres humanos están tomando
decisiones permanentemente. En estos momentos tenemos médicos, jueces,
bomberos, policías, pilotos, enfermeros, salvavidas, etc., etc. tomando
decisiones en fracciones de segundos. ¿Cómo podría funcionar la
sociedad de otra manera? ¿Qué sería de nosotros si ellos temieran decidir
cuándo deben hacerlo? No
se necesita cavilar en exceso para aprender que hay algunas reglas básicas a la
hora de decidir: Conocer el asunto en cuestión, tener visión, mente abierta,
conocer las alternativas posibles, advertir los resultados que puede acarrear
esa decisión o la no toma de esa decisión. Nuestra vida está llena de
decisiones y me provoca cierta vergüenza la dificultad que muestra nuestro
sistema político para tomarlas. Sin dudas en el tuétano de la toma de
decisiones siempre se requiere de coraje, más cuando esas decisiones se toman en representación de
la ciudadanía. En
el caso del aborto, la posición personal debería quedar en segundo lugar ante
la urgencia de la situación. Se puede disentir o no con el aborto, pero no se
puede llevar a una mujer presa por abortar. Es función de todo legislador crear
leyes que tiendan al beneficio colectivo. Se debe tener en cuenta la
realidad objetiva y no la subjetiva. Y esta rompe los ojos: se nos mueren
mujeres pobres por falta de una atención digna a la hora de interrumpir su
embarazo. ¡Todos lo sabemos!
Nadie puede negar que es necesario detener este flagelo que ataca a las
“mujeres más pobres”, que son las que deben recurrir a clínicas abortivas de
segunda. Porque aquí se trata de eso, de
dinero: Si lo tienes, este problema no existe. Si no lo tienes debes
acudir al primero que te tienda una mano, que generalmente no es el más idóneo.
En ciertas oportunidades actuar lento es como no hacerlo. Necesitamos
una ley ya y ahora…. Luego hay que educar, crear situaciones para evitarlo,
formar jóvenes en el sentido de una paternidad responsable. Diferir la decisión
en un plebiscito no solo es carísimo y lentísimo sino que me hace pensar que
hay muchos legisladores que no están dispuestos a pagar el costo político de
enfrentar nuestra realidad. Sera para luego poder decir”Yo no fui”.
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Totalmente de acuerdo, somos una sociedad de hipócritas.
Horacio
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Es muy interesante lo planteado, es un tema que demuestra las carencias que la sociedad aún posee, aún con la ley, porque tras estos temas hay otras cuestiones de fondo que no son atendidas. El aborto, las formas de violencia, las drogas, la inseguridad, los nuevos modelos de vida, son raíces de troncos mayores. Por más planes, leyes, acciones en contra, los problemas seguirán estado. Hasta que no se implementen nuevas pautas de comportamiento, hasta que no hayan gobernantes comprometidos con otra mentalidad, que se impulse más la idea de país y de grupos que de partidos, hasta que no hayan reformas en el estado consolidadas, las cosas tendrán su mismo cause. Las cosas no cambian sino se transforman. Cada uno hace a esa transformación.